lunes, 7 de febrero de 2011

El Gran Maestre del Temple: sus poderes y su casa.



Hugo de Payens (imágen de la izquierda) fue el primer Gran Maestre, Jacques de Molay (imágen de la derecha) fue el último.

A partir de 1153 el maestre fue llamado “ Gran maestre por la gracia de Dios”. Sin embargo, firmaba sus cartas con la frase "Magíster Humilis."

Magíster Militiae Templi. El electo obligatoriamente debía de ser caballero y con frecuencia había desempeñado un cargo importante en Tierra Santa. Pero la “carrera” de los diversos maestres es prueba del eclecticismo de los criterios para la elección.

La autoridad que el maestre detenta y debe hacer respetar es real pero no absoluta, pues está limitada por las acciones del capitulo o del convento. “ Los hermanos del temple deben obedecer al maestre y éste debe obedecer al convento” precisa la regla. Sólo con la venia del capítulo y el voto mayoritario de sus miembros puede :

• Modificar o añadir un artículo a la regla.
• Enajenar o vender los bienes de la orden.
• Concluir un tratado.
• Disponer del tesoro.
• Nombrar los grandes comendadores de provincias.
• Aceptar una candidatura.
• Retirar el hábito o condenar a la pérdida de la casa.

En sus relaciones con los soberanos, el maestre del Temple detentaba el rango de príncipe y su casa debía estar a la altura de esa posición. Estaba compuesta por :

• Un capellán, hermano de la orden.
• Dos escuderos encargados de sus armas.
• Un secretario permanente, que a veces podía ser musulmán.
• Un turcópolo –musulmán convertido al cristianismo- conocedor del terreno y de las costumbres locales.
• Un cocinero.
• Dos criados y un mariscal herrero.

Dos caballeros lo escoltaban en todos sus desplazamientos y cabalgaban detrás de él.
En campaña, su tienda, que era redonda en recuerdo del Santo Sepulcro, se levantaba en medio del campamento con el Abusan ( estandarte ) plantado a la entrada.
El cetro de este “rey” era un bastón del tamaño de una toesa, que proyectaba hacia el cielo una espiral que llevaba grabada la cruz paté escarlata. Las raíces de este singular bastón de mago o ábaco se remontan a la fraternidad pitagórica.